El gran fracaso de la educación es el mimetismo. Generar mimetismo es automatizar el comportamiento y las respuestas del
individuo en la sociedad. El gran beneficiado es el sistema.
Los pequeños recurren en su primera fase de
aprendizaje a la imitación. Repiten lo que ven, lo que escuchan sin necesidad
de entender o razonar lo que hacen. Los medios de comunicación aprovechan esta
capacidad mimética sobrepasando e invadiendo el ámbito familiar
de tal manera que cuando llegan a la escuela el peso social es casi tan
importante como el del hogar.
A partir de entonces, el proyecto educativo pretende
encontrar, desarrollar y potenciar las aptitudes personales de cada uno. Sin embargo,
los valores, modelos y las tendencias que se proponen desde los ámbitos externos
soslayan y destruyen los grandes esfuerzos de los educadores.
Queda así planteado un enfrentamiento de intereses
en el que vence el mimetismo pues
garantiza una sociedad consumista, manipulable y entregada a la voluntad de los
que marcan el comportamiento de los ciudadanos. Porque para ellos no es bueno
que la gente pueda pensar y decidir por sí misma.
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