Esopo nos ponía como ejemplo en una de
sus fábulas una asamblea de ratones que había aprobado poner un cascabel al gato para que así todos pudiesen escucharlo
antes de que estuviese lo suficientemente cerca. Lástima que tan excelente idea
no tuviese ningún voluntario para llevarla a cabo.
Igual de fácil resulta encontrar la
solución idónea para la mayoría de los problemas. No hace falta ser ni un
politólogo ni ningún premio Nobel de la Paz para apelar a la buena voluntad, a
la comprensión y al diálogo como medio de resolución de conflictos. Por la
geografía mundial se reparten muchas, demasiadas tensiones donde las víctimas
se confunden con los agresores tras enquistados enfrentamientos cuyos orígenes
se han perdido en cualquier rincón de la desmemoriada historia de la humanidad.
Sobran cascabeles y sobre todo cascabelistas que una y otra vez, dadas
sus inútiles propuestas, no hacen más que alentar a los inmovilistas y demás
resignados con su suerte. Ya que no surgen remedios para nuestros males al gusto
de todos deberíamos aplicar aquellos que por su pragmatismo y viabilidad al
menos permitan mejorar las condiciones y den paso a una convivencia menos
injusta.
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