miércoles, 15 de abril de 2015

Vinilos


Hubo un tiempo en que el vinilo sufrió la presión de los avances tecnológicos. Hay que reconocer que el cassette no fue rival, pero cuando apareció el cd el pulso quedó servido. Los melómanos se dividieron por los que apostaban por el soporte digital frente a los que se resistían a abandonar el plástico porque ya formaba parte de su propia vida.

No olvidemos que la historia de la música pop mantuvo un idilio con el vinilo desde sus propios orígenes. Fue en los años 60, especialmente en sus últimos años, cuando los grupos de rock ampliaron su concepto musical extendiéndolo hasta las portadas de los discos. La presentación ya hablaba del contenido. Y el vinilo más que cuerpo, se convirtió en alma y punto de comunión entre artistas y seguidores. Poner un disco exigía un ritual. El plato era el altar a 33/3 r.p.m y la caída de la aguja sobre los surcos la consumación del acto.

Hoy los coleccionistas de vinilos prescinden del contenido musical buscando la rareza y la exclusividad. Sus defensores también han claudicado ante la tecnología con modernas reediciones. Con todo todavía podemos encontrar a algún nostálgico que disfruta oyendo su canción favorita entre gotas de lluvia o huevos fritos.


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