lunes, 6 de abril de 2015

Banderas


Cuando se tiene la oportunidad de estar en Nueva York no se puede dejar de lado hacer una visita a la sede de la ONU en Manhattan. La visión de las banderas ondeando en flamígera coordinación multicolor hipnotiza al curioso. Esa espectacular armonía cobra especial significado si además optamos por una perspectiva que incluya la Pistola anudada  del sueco Carl Fredrik Reuterswärd como símbolo antiarmamentista y pacifista.

Allí, alineadas por orden alfabético, reconocen uno a uno todos los estados que conforman la fallida propuesta de paz al mundo. Cada bandera para alcanzar el tope de su mástil ha tenido que recorrer una historia, siempre forjada, siempre en constante cambio.

El espectáculo de esa pluralidad de banderas siempre renovadas refleja las diferencias que separan a las naciones. Una distancia medida con intereses enfrentados y sangrientos episodios, donde las efímeras alianzas multiplican el poder de la violencia. Estas hermosas banderas han heredado esa lacra del pasado y hoy todavía son incapaces de alentar entre todos los seres humanos el ideal de un concierto universal. Porque de momento parece imposible crear una bandera sin levantar una frontera.

Algo falla.


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