En cierta manera cada vez que se
celebra El Día del Libro no me veo
identificado con esta forma de fomentar la lectura. No, porque más bien parece
que se pretenda vender libros, sin tener en cuenta su contenido. Se presta a
muchas interpretaciones y el público fácilmente tiende a la confusión.
Bajo el formato de libro hay un mercado
que no está directamente ligado con la cultura. Un libro es un soporte, un
vehículo de comunicación y nada más, máxime desde que la imprenta agilizó su
divulgación. Hoy libros del famoseo y
del cotilleo comparten escaparate con los grandes de la historia y listas de ventas con los más leídos. Y
aunque libros son, están muy lejos de transmitir cultura y distan una eternidad/luz para que se aprecie un boceto
de arte literario.
Soy partidario de otros términos más
apropiados que diferencien el auténtico texto literario de ese conjunto de
páginas cosidas sobre un lomo para vender. Porque nuestros grandes inspiradores
no escribieron libros sino obras de Literatura.
Son estas las que merecen al menos un día al año para ser recordadas y leídas
en medio de tanta vulgaridad camuflada.
Celebremos el día de la obra literaria en soporte word, pdf, e-book o en lo que
sea y pasemos de el libro.
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