Los fósiles atestiguan la existencia de
extrañas especies y diferentes ecosistemas en un pasado remoto. A veces,
algunos ejemplares han sobrevivido hasta nuestros días con ligeros cambios,
despertando la admiración del mundo de la ciencia. En honor a sus antepasados
les llamamos fósiles vivientes.
Al margen de estas maravillas de la
naturaleza, también podemos encontrar formas del pasado deambulando por el
mundo refugiadas en las mentes de ciertos humanos. Son ideas que perduran
enquistadas, pese a lo cual muestran demasiada vitalidad. Nos referimos a los
fósiles mentales, es decir, formas de pensar que se resisten a aceptar la
evolución de la sociedad, a aprovechar los avances tecnológicos y, lo que es
peor, a convivir con una pluralidad de opiniones.
Desgraciadamente los fósiles mentales
mantienen una intensa actividad dentro de las asociaciones políticas y las
principales instituciones sociales y religiosas. Aireando siempre los valores
tradicionales, todas ellas tienen un papel muy influyente y casi siempre
decisivo a la hora de obstaculizar cualquier propuesta progresista.
Y además se creen que son los
salvadores del mundo. ¡Para dejar a uno de piedra!
No hay comentarios:
Publicar un comentario