martes, 12 de agosto de 2014

Eruditos


         Muchas veces se confunde a una persona erudita con una persona culta pese a que existen muchas diferencias entre ambas.

         Un erudito almacena un diccionario enciclopédico en su cabeza. Abruma por su inagotable memoria que encuentra de inmediato una respuesta acertada a todo lo que se le pregunte. Se sabe las capitales de los países del mundo, recita de corrido los ríos más caudalosos y sus afluentes, precisando cuáles por la derecha y cuáles por la izquierda. De los personajes nos informa con precisión su fecha y lugar de nacimiento así como nos ilustra con un listado de sus obras tanto las más destacadas como las menos conocidas... El perfecto concursante para programas de pseudocultura de televisión.

         La persona culta también maneja un buen número de datos, ciertamente, pero, a diferencia de la erudita, la información se sostiene por relaciones de causalidad, reciprocidad, lógica y otras referencias, de tal manera que una fuente llama a la otra. Así sorprende la extraordinaria facilidad con que enlaza un asunto con otro y la visión versátil de cualquier tema que le permite elaborar un juicio crítico.

         Siempre será más agradable conversar con una persona culta que con un erudito. De todas formas, para unos y otros la actualidad constituye un obstáculo que casi nunca superan.


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