Algo hubo, algo tuvo que pasar, algún
motivo o razón para que en un momento muy concreto de la historia miembros de
este clan, los esquimales, decidiese que ese apartado territorio sería su
hogar. Eran verdaderos fugitivos refugiados en los confines del mundo huyendo
de otras civilizaciones, pues no cabe otra explicación.
Huyeron voluntariamente o acabaron
confinados por el empuje del desarrollo de otros pueblos de sur. El caso es que
jamás se plantearon responder ni expandiéndose ni asimilando otras culturas. La
rueda se hizo inútil para desplazarse por la nieve, prescindieron de la agricultura
en un territorio yermo y, como cazadores nómadas, solo se acompañaron del perro
porque el hielo se lo daba todo. Hasta el material para construir sus casas.
No necesitaron la Estrella Polar para
buscar el Norte porque ya vivían en el Polo, ni contar las horas porque sus
días duraban meses en verano, igual que sus noches en invierno. No se diezmaron
con guerras imperialistas ni religiosas porque la nieve no era una barrera ni
sus dioses les exigían sacrificios...
Con todo, me sigo preguntando ¿por qué aquellas
familias, sin conciencia siquiera de tribu, eligieron una región tan
inhóspita para los suyos y para sus descendientes?
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