martes, 10 de septiembre de 2013

Venganza




No hagas a los demás lo que no quieras que hagan contigo. Enunciado como un principio elemental de convivencia, subyace tras esta frase por un lado la contención de una violencia natural y por el otro la legitimación de la venganza. No tiene nada de pacifista ni sirve de referente para fomentar la armonía social.

Si lo que uno hace sobre los demás sirve de justificación para devolverle la acción entramos en una cadena de venganza y revanchismo que solo se detiene con la ley del más fuerte, que en las sociedades desarrolladas es el propio Estado. Pero el Estado moderno, siempre en defensa del individuo, debe hacer prevalecer los derechos de las personas por encima de la venganza. Y ahí encuentra su mayor dificultad para hacerse entender ante sus propios ciudadanos.

La tendencia popular a identificar la actuación de la justicia con la venganza la aleja del objetivo de la ley: la compensación y reparación proporcional al daño causado. Nunca se podrá aceptar la venganza ni el linchamiento, por muy grande y horrible que haya sido el crimen cometido, porque atenta contra la dignidad de la persona.


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