viernes, 13 de septiembre de 2013

Top-model




Alrededor de estas mujeres jóvenes se mueven cantidades astronómicas de dinero. Se acepta que el mundo de la moda elija sus propios iconos, que los publicite, que los proyecte y que los envuelva de una aureola de divismo. Las firmas comerciales aprovechan ese estímulo para aumentar sus ventas. Ellas, a cambio de fama y dinero, se transforman en objeto. Es parte del juego.

Sin embargo, cuesta mucho poder explicar este fenómeno si además hablamos de la cotización personal de estas top-model. Estableciendo un paralelismo con el mundo del deporte, las grandes estrellas alcanzan sus mejores contratos en función a sus números, sus propios éxitos. Un atleta gana más dinero si rompe records u obtiene medallas. Siempre se toma un referente que fija su cotización.


Estas mujeres, en cambio, propiamente no compiten entre sí por méritos, sino que son exhibidas y expuestas por unos tramados intereses de empresas y marcas comerciales. El alto precio que pagan por su imagen es una pieza más del engranaje. Pobre la que se crea que por sí misma logra ese éxito. El tiempo sobre su cuerpo escribirá la realidad.


 

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