lunes, 16 de septiembre de 2013

Cuentos




         Identificados con el mundo infantil, los cuentos, muy lejos de la inocencia con que se envuelven, establecen una compleja relación metafórica entre la imaginación y la realidad. Los cuentos se sostienen sobre una fantasía que permite a los símbolos desplazarse caprichosamente entre el argumento y el contexto para grabarse en el alma de los niños.

         Han sido el recurso atávico de las sociedades para mantener su presente ligado con un pasado prácticamente olvidado. Y en su afán por sellar unos valores imperecederos, los cuentos han simplificado siempre sus fórmulas: los buenos, aquellos que se mueven por nobleza, lealtad y justicia, siempre vencen a lo malos, títeres de la traición, ambición y el egoísmo.

         Todavía existe mucha gente que se cree los cuentos. La mayoría lo hace por no poner a trabajar su intelecto. Los menos, con astucia e intención, porque saben que, reescribiendo la historia de un mundo dividido entre buenos y malos, su versión llegará nítida al corazón de su público.

         Por contra, los escépticos sabemos que en un conflicto no se enfrentan buenos contra malos y que una guerra la pierde el bando que menos ha podido matar y asesinar. Así que no nos presenten la historia como si fuese un simple cuento, que no nos la creemos.

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