sábado, 23 de marzo de 2013

Videntes




Si una persona quiere atormentarse más de lo que sus circunstancias lo hacen, no tiene mejor solución que acudir a los astrológos, videntes y demás lectores del futuro.

Encontramos numerosos símiles para encuadrar el argumento de nuestras vidas. Una novela, por ejemplo, nos permite convivir con sus personajes e ir desvelando capítulo a capítulo las experiencias que al autor previamente ya ha escrito. De ahí que los finales de estas obras, junto a feliz o trágico, también se  pueden calificar como inesperado, sorprendente

Y si la vida es una auténtica novela… ¿por qué no hacer trampas? Como las del lector impulsivo que no puede contenerse y en un gesto furtivo, lee los últimos párrafos de la obra para saber cómo ha de acabar. Igualmente hay gente que busca a aquellos que dicen poder leer las páginas de la vida en las estrellas, la palma de la mano o los posos de té.

De todas formas solo se puede comprobar el acierto de estos visionarios cuando se cumple lo predicho. Para entonces, ya no vale la pena haberse preocupado tanto por haber tratado de impedir lo inevitable. Y mucho peor será que no se cumpla la predicción, ya que en tal caso, además de estafados por el falso iluminado, se tiene conciencia del alto grado de estupidez alcanzado por haber ido a su consulta.


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