miércoles, 20 de marzo de 2013

Circo




Su origen se pierde en la noche de los tiempos aunque el modelo que todavía sobrevive hasta nuestros días tiene un claro carácter medieval. En el circo se reúnen un conjunto estrafalario de excentricidades humanas como pirófagos, contorsionistas, acróbatas, payasos… para rentabilizar sus habilidades o sus gracias. Junto a ellos figuran los deplorables domadores.

La explotación de los animales alcanza las cotas más despreciables bajo la carpa de este espectáculo. Maltratados desde el primer momento que pasan a depender de su amo, la vida de estas víctimas es un infierno. Subsisten enjaulados en cajones de pequeñas dimensiones, hacinados y mal alimentados. Da igual que sean dóciles perros o terribles fieras. La táctica es la misma: latigazos, palizas… todo para conseguir doblegarlos por un pequeño premio que reciben por realizar la pirueta exigida. Y cuando ya no sirven son abandonados o incluso asesinados.

Afortunadamente desde hace unos años han surgido otros modelos de circo, donde el espectáculo busca una combinación estética de luces, sonido y formas. Ya no es el más difícil todavía, y, por fin, ya sin la explotación de los animales.


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