domingo, 17 de marzo de 2013

Notarios




No hay profesión más paradójica que la de notario. Convierten en verdad mediante documentos los actos procedentes de una sociedad que, con ello, pone en duda todas las relaciones establecidas entre los individuos que la componen.

Un notario vive de certificar hechos, de darles cuerpo legal y, por lo tanto, darles veracidad. Los notarios son por su propia presencia una lacra y una carga en cualquier acto legal. Exactamente cobran porque levantan un documento en el que se acredita la actuación de las partes encontradas. Intervienen en situaciones tan cotidianas como la compra-venta de un inmueble, las hipotecas, la presentación de un testamento… de todo ello sacan un beneficio económico.

La única excusa que les mantiene es que son los guardianes de la verdad. Acto que ellos bendicen, acto que es cierto. Y es la propia sociedad, con sus mentiras y falsificaciones, quien ha creado esta necesidad burocrática. El notario existe porque fuera de él se entiende que todo acto legal conlleva un alto riesgo de engaño y estafa.

Acuérdense aquellos que sueñan con un mundo sin ejércitos, sin dinero... acuérdense también de borrar a los notarios.


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