jueves, 3 de septiembre de 2015

Señales


         Hay un tipo de supersticiosos que ven señales por todas partes: un encuentro fortuito, un objeto que se rompe, un reloj que se detiene a una hora determinada... Ven presagios por todos sitios.

         Generalmente, según su interpretación, muchos de esos sucesos anuncian desgracias. Inevitables desgracias. Estos pobres agoreros deben de sufrir algún maleficio, porque el futuro se les revela encriptado y solo son capaces de entenderlo cuando ya todo ha tenido lugar. Entonces caen en la cuenta de lo que el destino les quería adelantar pero para lamento suyo no supieron adivinarlo ni tomar las precauciones debidas.

         Hay otro tipo de señales que no anticipan el futuro sino que reflejan un presente. Más que señales son indicios que llevan asociados unas consecuencias casi implícitas. Son pura lógica. Quizá de tan obvias y palpables por sutiles nadie les hace caso y acaban cumpliendo con su irremisible destino.

         Atentos, pues, a esas señales porque si las tratamos con acierto podemos prevenir frustraciones y desencantos, especialmente cuando hacen referencia a las relaciones entre personas. No es una adivinanza.


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