jueves, 24 de septiembre de 2015

Decimonónicos


        Llevamos varios pontificados en los que los medios oficiales apuntan hacia una renovación de la Iglesia en un esfuerzo para adaptarse a los tiempos actuales, demasiados confusos para una institución regida por septuagenarios con inspiración decimonónica. Irónicamente insisten en que se proyecta el espíritu revolucionario y reivindicativo de Jesucristo.

        Francisco I no se aparta ni un centímetro de esta corriente, por muy novedosos que quieran presentarnos sus comentarios y actuaciones. En cada una de sus intervenciones, al igual que todos sus inmediatos antecesores, sigue haciéndolo con varias décadas de desfase respecto al mundo laico.

        Descartando el principio de justicia social, donde también manifiestan bastante retraso pese a ser consustancial a su mensaje, para una mentalidad decimonónica sí resulta novedoso que se pida respeto para los homosexuales (aunque a su Dios no le gusta lo que hacen), o que los divorciados no sean tratados como excomulgados... pero siguen sin resolver temas profundos como la función secundaria de la mujer en la Iglesia. Para colmo, la primera vez que un prelado es acusado de pedofilia se produce un juicio interruptus por defunción.

Estos aún no han llegado a los años 80.


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