lunes, 21 de septiembre de 2015

Carpe Diem


Del lema renacentista que invitaba a aprovechar el momento en oposición a la mentalidad medieval hasta la interpretación que se le da en nuestros días hay mucha diferencia. Hoy se pide vivir el instante, sin observaciones, sin miramientos, sin reflexión.

El carpe diem actualizado llama al desenfreno sin atenerse a las consecuencias. Incita a dejarse llevar cegados por el capricho y los antojos negando las consecuencias. No solo hace referencia a las fiestas y diversiones. Por desgracia, también alude a los sentimientos y al amor. Por eso, en vertiginosa superficialidad, las parejas se montan al primer atisbo de atracción y se deshacen ante la mínima contrariedad. Un tributo a esa exigencia de ser permanentemente feliz jugando con todo lo que nos rodea en cada ocasión.

Esa voracidad festiva de todas formas acaba sucumbiendo ante el peso del tiempo, su principal enemigo. Las secuelas pueden hacerse esperar, pero siempre aparecen. Para entonces el recuerdo de épocas pasadas, cuando se vivió alegremente, torna aquella dulzura en acritud y generalmente en lamento por no haber sabido sacar provecho del tiempo debidamente.


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