sábado, 3 de enero de 2015

Perfume


         Llegado el momento, da igual que sea por Navidades, por San Valentín, un cumpleaños o cualquier otro compromiso, cuando uno se ve obligado a hacer un regalo y no tiene ni idea de cómo solventar la situación, con frecuencia se echa mano a los perfumes. Para ello se encargan las propias marcas que constantemente invaden los espacios publicitarios con surrealistas mensaje asociados a su producto.

         De todas formas hay que tener en cuenta que un perfume es un tema mucho más delicado de lo que aparenta. Se trata de una cuestión íntima. Cualquier fragancia se combina con el olor personal. El mismo perfume puede tener resultados opuestos según quien lo lleve.

         Pero lo que realmente se sugiere con ese desprendido gesto puede ser mucho más complejo. Porque cuando se regala un perfume se deja abierta la interpretación. Por un lado, para quien lo recibe podría ser un toque de atención a su mal olor. O, si hacemos caso a la publicidad, se regala para que con ese aroma se desaten todos los instintos sexuales, cual mágico elixir de amor carnal que hace entrar en celo a todo aquel que se acerque.

         Así que mucho cuidado con los perfumes: o se queda mal o se pretende liberar esa fiera sexual.


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