jueves, 15 de enero de 2015

Terrorismo


         Da lo mismo que hablemos de ETA, de Al-Qaeda, del actual IS o de las FARC; no importa si el trasfondo es independentista, religioso o anti-sistema. Todo queda en un segundo término porque a la hora de desarticular el entramado de estos grupos la línea de investigación siempre llega a un punto sin retorno. El análisis de las consecuencias de cualquier acto terrorista conduce a conclusiones tan oscuras y difusas como la misma identidad de quienes lo realizan.

         Automáticamente se acusa a una postura intransigente y radical, cerrada a toda razón, sumamente peligrosa capaz de hacer el mayor daño posible. Los terroristas se convierten en seres deshumanizados a los que se debe combatir con extrema violencia entendida como legítima defensa.

         Mas en esa sinrazón salen reforzados a costa del indefenso ciudadano los dos bandos enfrentados: la sangre derramada del terrorista se convierte en símbolo de martirio y aliento para que el grupo pueda reclutar nuevos miembros. En frente, una sociedad victimizada todavía atónita por lo sucedido, responde con indignación y total rechazo, reclamando del Estado más protección y mayor intervención, renunciando a sus propias libertades.

         ¿Y a nosotros, quién nos defiende de ambos?


1 comentario:

Anónimo dijo...

No olvides que un atentado terrorista no necesita ninguna explicación. Nosotros perdemos el tiempo buscándola, pero es que no la tiene por ningún sitio. Para los terroristas un atentado siempre es una necesidad y punto.