Da lo mismo que hablemos de ETA, de Al-Qaeda, del actual IS o de las FARC; no importa si el trasfondo es independentista,
religioso o anti-sistema. Todo queda en un segundo término porque a la hora de
desarticular el entramado de estos grupos la línea de investigación siempre llega
a un punto sin retorno. El análisis de las consecuencias de cualquier acto
terrorista conduce a conclusiones tan oscuras y difusas como la misma identidad
de quienes lo realizan.
Automáticamente se acusa a una postura
intransigente y radical, cerrada a toda razón, sumamente peligrosa capaz de
hacer el mayor daño posible. Los terroristas se convierten en seres
deshumanizados a los que se debe combatir con extrema violencia entendida como
legítima defensa.
Mas en esa sinrazón salen reforzados a
costa del indefenso ciudadano los dos bandos enfrentados: la sangre derramada
del terrorista se convierte en símbolo de martirio y aliento para que el grupo
pueda reclutar nuevos miembros. En frente, una sociedad victimizada todavía
atónita por lo sucedido, responde con indignación y total rechazo, reclamando
del Estado más protección y mayor intervención, renunciando a sus propias
libertades.
¿Y a nosotros, quién nos defiende de
ambos?
1 comentario:
No olvides que un atentado terrorista no necesita ninguna explicación. Nosotros perdemos el tiempo buscándola, pero es que no la tiene por ningún sitio. Para los terroristas un atentado siempre es una necesidad y punto.
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