No existe reivindicación más
hipócrita que el victimismo. Aprovecha
una exposición simplificada de los hechos explicados a través de arquetipos
infantiles. Detrás de unas acusaciones contra un malvado opresor diluido en el
tiempo, realmente pretenden encubrir objetivos bastante oscuros alentando unas ansias
de revancha y propagando un odio visceral a un enemigo imaginario.
Sucede con los grupos secesionistas
españoles que abanderan ese victimismo
manipulando la interpretación histórica, con tal de generar un inconsciente
rechazo al concepto de España.
Pero el victimismo no se detiene ahí. Con eficaces maniobras de provocación
pretenden elevar el enunciado victimista
de unos partidos políticos al grado de sentimiento nacional. Y quien no lo entienda
así, no solo será un enemigo, sino que encarnará al gran opresor histórico al
que hay que desterrar. Con ello, en su afán justiciero, terminan haciendo
precisamente lo que como supuestas víctimas
denuncian.
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