sábado, 21 de diciembre de 2013

Regalos


        Ni el precio, ni el volumen ni la época del año marcan la diferencia entre un regalo y un obsequio o un cumplido. Es el calor, el afecto y el cariño.

        Mal entendemos los regalos si para hacerlos tenemos que mirar el calendario y esperar al intercambio de presentes. No puede haber un regalo forzado. Eso no es un regalo. Eso es conveniencia. Y por lo tanto, carecerá de la  esencia que envuelve a un regalo.

Porque para regalar hay que conocer, comprender y querer. Cada vez que se da un regalo se realiza un desinteresado gesto de aprecio y estima. Tiene que ser algo que haga falta, que llene un hueco, por descontado. A su vez, tiene que ser aquello deseado que hasta ese momento la persona a sí misma no se haya concedido. Y lo fundamental: un regalo ha de compartir ilusión por igual para quien lo hace como para quien lo recibe.

        Con un regalo se entrega siempre un trozo del corazón.

 

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