viernes, 27 de diciembre de 2013

Espejos


Tenemos la costumbre de mirarnos al espejo nada más levantarnos. En un gesto casi involuntario parece que fuese necesario comprobar que uno es uno mismo, el mismo que anoche se acostó. A veces, entre somnolencia y la dificultad de abrir los ojos por la impertinente luz, podemos encontrarnos con alguna sorpresa, con algún detalle que el día anterior se nos había escapado.

No está mal empezar el día con esa autocrítica que recibe inmediata respuesta: en pocos minutos hemos adecentado y maquillado nuestro aspecto para afrontar la jornada.

Lástima que los espejos no reflejen nuestras acciones, nuestros hábitos o nuestra forma de ser. Seguro que si pudiésemos proyectar sobre un espejo todo lo que hacemos también procuraríamos suavizar y hacer más presentables nuestras costumbres.

Porque, aunque la imagen sea importante, a las personas se las valora mejor por sus propios actos.

 

2 comentarios:

Juan Sala dijo...

Por mi parte agradezco cuando miro a un espejo el encontrar siempre a uno que está dispuesto a mirarme tal y como en ese momento me encuentro. En silencio, sin añadir ni quitar nada.
Saludos, Juan Sala.

Ledesoh dijo...

Otra manera de ver el espejo. Muy interesante. Ese silencio es la voz del presente.