Rastreando el origen y significado de
esta palabra se puede apreciar cuánto recursiva puede ser una lengua. Este
neologismo todavía no está referido en el Diccionario de la RAE pero poco a
poco se va abriendo camino y cada vez son más los periodistas que recurren al
él para describir un rostro de sorpresa o incredulidad. Ojiplático ya ha desplazado a patidifuso.
Sus primeros usos corresponden a la
prensa del corazón, asidua a entrevistar a personas de escaso cultivo
intelectual que a falta de vocabulario y léxico potencian sus mensajes con una
exagerada gesticulación -tanta que recuerda a los actores del cine mudo-. Ante
preguntas ininteligibles para ellos acomodan su rostro con los ojos abiertos al
máximo, como mostrando su voluntad en prestar los cinco sentidos para entender
el enunciado. De ahí no pasaban, de abrir los ojos como dos platos soperos
porque ya no daban más de sí.
La referencia más antigua de este
vocablo la he encontrado en Internet en octubre de 2007. Seguro que ya fue
introducida en nuestro léxico un tiempo antes. Ahora nos queda la opción de que
la Asociación de Academias de la Lengua Española le reserve una entrada en su
diccionario junto a otros términos como amigovio,
tunear, papichulo...
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