La Vía Láctea y Andrómeda, la dos
galaxias más grandes del Grupo Local, se encontrarán según algunos cálculos
aproximadamente dentro de tres mil millones de años, teniendo en cuenta que su distancia
se reduce alrededor de los 300 Km/segundo. Entonces empezará la fusión entre
ambas, un proceso más o menos rápido con una duración de casi dos mil millones
de años. Hay científicos que ya han adelantado el aspecto que pueda tener Lactómeda, la supergalaxia resultante.
También nuestro Sistema Solar se
desplaza dentro del Universo a una velocidad de 20 Km/segundo en dirección
hacia la constelación de Hércules, cuya estrella más cercana dista 27,4 años
luz de la Tierra. A ese paso alcanzará su destino en más de 43 millones de años.
Con esta perspectiva, el final de la Vía Láctea resulta intrascendente para
nosotros.
Con esta visión tan caótica del Cosmos
el futuro de la Tierra, ese grano de arena flotando en el espacio infinito,
queda por debajo de la insignificancia. Son cifras que se escapan de nuestro
control, a diferencia de esos dos grados
que los gobiernos del mundo se han puesto como objetivo para evitar un apocalíptico
calentamiento del planeta. Que no se quede en una declaración de intenciones,
al menos para que el Granito prolongue su vida un millón de años.
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