La Historia reservó el trono de los
infanticidas al rey Herodes el Grande (73-4 a. C.). La matanza de inocentes ha
venido representándose con especial énfasis en los cuadros religiosos donde los
miles de cuerpos de niños se apilaban en montones o yacían diseminados entre
ríos de sangre. Tal fue la maldad del despiadado rey.
Se exagera cuantificando por miles las
víctimas. Con ingenio el cineasta Luigi Magni en su película Según Poncio Pilatos bromea sobre las
cifras, llegando a la conclusión de que en una pequeña aldea como Belén entonces
habría entre cinco o siete niños como máximo. Con ello minimiza la magnitud del
crimen restando méritos al infanticida más importante de la historia.
El caso es que salvo el Evangelio de
Mateo ningún historiador de la época confirma este deplorable pasaje. Algunos
incluso sostienen que Herodes murió antes de que Jesucristo naciera. Con todo,
descartada la veracidad de tan horribles hechos, un buen Portal de Belén no puede prescindir del palacio de Herodes, como recóndito
refugio del mal que acecha, justo la noche en que reina el mensaje de paz
universal.
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