viernes, 11 de diciembre de 2015

Flores


         Los románticos eligieron las flores para representar el amor. Su ternura, su fragilidad y su belleza. También por su forma de estimular los sentidos al tacto y al olfato encajan perfectamente en el sentimiento de los enamorados que aprovechan cualquier excusa para acompañar de una flor su te quiero.

         El poeta inglés Alfred Tennyson lamentaba el destino tan cruel que los enamorados deparaban para las flores: morían arrancadas por los amantes. Olvidaban que muy probablemente ese amor firmado con los pétalos de una flor acabaría languideciendo y marchitándose con la misma brevedad. Amantes y flores compartían la fugacidad del momento.

         Goethe, por el contrario, prefería hablar a las flores. Las seducía con la palabra para entenderlas mejor. Una vez entablada la amistad las tomaba desde las raíces y las trasplantaba. No moría la belleza, es cierto, a cambio de perder la libertad reducida a una taciturna maceta.

         Los enamorados eligen bien para mostrar su amor. También ellos sucumben con efímera pasión tras el ímpetu inicial o se consumen dentro de una trampa de donde es imposible escapar.

Porque hay amores que matan. Los otros, quizá, no sean amor.


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