jueves, 5 de noviembre de 2015

Expresiones


         Hablar correcta o incorrectamente. Poder decir o no decir algo de una manera. Valer o no valer un término concreto. Usar palabras reconocidas o rechazadas. Así recurren a la protección de la Real Academia de la Lengua muchos hablantes para legitimar sus expresiones, buscando si están supuestamente registradas en el diccionario.

         Bien por la Real Academia, si en efecto, esa expresión aparece recogida en tan vasta obra. Es su deber recopilar todo el léxico posible para que a la hora de ser consultado podamos conocer el significado de aquello que no sabemos. Mejor si además la Real Academia nos precisa observaciones tales como si se trata de localismos, vulgarismos, tecnicismos, etc.

         Aunque en su origen la magna institución de la Lengua Española nació para proyectar en la sociedad el prestigio lingüístico de sus propuestas, hoy esta misma entidad sabe que un idioma no tiene propietario físico absoluto. Todos somos mitad señores y mitad vasallos de la lengua y consecuentemente la empleamos de la manera que más oportunamente consideramos.

         Aprovechemos en consecuencia la riqueza que nos brinda ese diccionario y démosle mejor uso para superar las abundantes y empobrecedoras coletillas tan recurridas a falta de ideas.



2 comentarios:

Unknown dijo...

¿Y qué me dices sobre la admisión de palabras como toballa, asín o almóndiga?

Ledesoh dijo...

Lo dicho: una cosa es que aparezca una palabra y otra recomendar su uso. El Diccionario debe registrar cuantas más palabras mejor porque nos da una versión muy completa del léxico del idioma. Y también es obligación especificar el valor cultural y social de cada palabra, especificando si se trata de un cultismo, un vulgarismo, un tecnicismo, si está en desuso... Tan propias del español son "andé" como "anduve". La Academia propone "anduve", y así lo utilizan los hablantes que cuidan el uso del idioma, relegando y desaconsejando la forma "andé" como vulgarismo. Cada término en su sitio.