jueves, 26 de noviembre de 2015

Comedias


La comedia ha servido en clave de humor para montar una vía de escape ante las presiones de la realidad. Los buenos comediógrafos no han guardado respeto por valores intocables y con total irreverencia se han reído de instituciones sacras como la familia, la autoridad y la religión.

Sirvan estas líneas para rendir un merecido homenaje a autores como Aristófanes, Terencio, pasando por nuestros grandes clásicos Lope, Cervantes o Calderón, abriendo espacio a Shakespeare o a Molière, hasta llegar a los grandes del cine como los geniales Chaplin, Lubitsch o Wilder.

No importa en qué época vivieron. Todos ellos condenaron los prejuicios, la hipócrita moral, los convencionalismos y el totalitarismo a base de liberar espontánea y fresca la naturaleza humana.

Conviene, siguiendo su ejemplo, frivolizar ante acontecimientos, especialmente aquellos que por su relevancia pesan tanto que nos asfixian. Ver la vida con un toque de humor no soluciona ningún problema, pero llorando tampoco mejoramos la situación. Por eso más vale reír y enfrentarse con ánimos al lado más absurdo de la vida.


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