Mucha gente se pregunta, hoy desbordada
por todo tipo de tecnologías, cómo
se podía vivir no hace tantos años sin los avances actuales. Nuestro día a día
ha asimilado un sin fin de innovaciones tecnológicas
con tanta naturalidad que se nos han hecho imprescindibles. Y eso que la
mayoría de nosotros nació antes de que el ciudadano medio tuviese acceso a
todas estas novedades.
Claro está que siempre se levantan
voces que reniegan de esa dependencia tecnológica.
Cuando estas personas proponen un uso moderado de las nuevas tecnologías realmente detrás de esos
mensajes apelando a la cautela y a la prudencia se esconde un inmovilismo
irracional que rechaza cualquier cambio.
Con esta postura no ofrecen ninguna
alternativa. Lo peor no es esa reivindicación a vivir anclados en un pasado,
sino que con ello alientan conformismo y desinterés entre quienes no tienen
acceso al desarrollo tecnológico y
los entregan en clara desventaja a los que sí lo disfrutan, que suelen
pertenecer a las clases sociales mejor acomodadas.
El correcto uso de cualquier invento
solo depende de la mente de quien lo utiliza. Las tecnologías no se escapan de esta ley general.
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