miércoles, 4 de junio de 2014

Perversiones


        Propónganme cualquier perversión y citaré una cultura, una sociedad o una civilización que la practique y la haya sacralizado retaba Malinowski a todos aquellos partidarios de una ética natural universal del comportamiento humano.

Y no solo señalaba a los temidos sacrificios humanos con que se amedrentaba a exploradores y aventureros. Parricidios, incesto, poligamia, matrimonios entre menores,  iniciación sexual de niñas en el entorno familiar o ritos como la ablación del clítoris también son perversiones asociadas a distintas culturas que Occidente rechaza.

Convencidos de vivir en una sociedad, la nuestra, que ha superado todo tipo de perversiones, olvidamos que es una noción relativa y que muchos hábitos nuestros servirían de escándalo para la mayoría de los pueblos considerados primitivos.

No se hace referencia al consumo de drogas, ni del culto al sexo, pues todo esto también se da en todas las culturas. Para ellos, lo que resulta verdaderamente inconcebible es que la responsabilidad de elegir a la asamblea de sabios que han de gobernar al pueblo recaiga en una mayoría despreocupada, falta de compromiso, indiferente e ignorante a la que se convence con vacías promesas. Toda una perversión imposible de encontrar en otras civilizaciones.


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