jueves, 19 de junio de 2014

Cadenas


Para poner en contacto personalmente a un bosquimano del Kalahari y un yakuto de Siberia necesitaríamos como máximo formar una cadena con seis intermediarios, según los cálculos del escritor húngaro Frigyes Karinthy, pese a los 13.000 Km que les separan. La idea parte de que cada persona tiene unos conocidos y estos a su vez otros tantos, y así sucesivamente multiplicándose el número de relacionados de forma exponencial hasta enlazar una red que alcance a todos los habitantes del planeta.

Con este principio se organizaron las estafas piramidales y también los equipos de ventas a domicilio, ya que se hace tentador pensar que un producto puede llegar por medio del boca a boca a toda la población mundial, entendiendo todas las ventajas que supone este tipo de divulgación.

Por eso se hace sospechoso que las redes sociales promuevan olas de cadenas. Con ello establecen muy fácilmente un seguimiento del recorrido y la velocidad de cualquier iniciativa, pudiendo así prever las opciones de éxito. Un juego aparentemente tan inocente como es pedir que suban una foto de la infancia a tres contactos en un plazo de tiempo determinado suministra muchísima información. Y lo malo es que además nos hace gracia.


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