Dentro de la literatura fantástica y de
ficción el relato del hombre invisible incita a la imaginación en todas las
direcciones. Aunque el personaje de HG Wells tiene numerosos antecedentes
literarios, en todos la invisibilidad permite a quienes la disfrutan
aprovecharse de las circunstancias, indistintamente de que sea con fines lícitos
o no.
Sin embargo existe otro tipo de
invisibilidad no tan deseado. Me refiero a aquellas personas que están, viven y
pasan por delante de nosotros y no las miramos, no les hacemos caso, no sabemos
nada de ellas. Son físicamente anónimas que pasan desapercibidas porque no
sobresalen en ningún sentido del resto. Para ellas, la mayoría de las veces no
es una ventaja sentirse ignoradas, al contrario. Se ven desplazadas, se sienten
insignificantes y se torturan pensando que nadie notaría su ausencia si llegase
a producirse.
Quizá se hayan acostumbrado a llevar su
existencia en esa especie de clandestinidad por no tener presencia ante el
resto. Pero no es cuestión de llamar la atención sin más, ni mostrar hábitos
estrafalarios ni rebosar histrionismo para que se fijen ellos; quizá sea algo
más sencillo, quizá solo sea cuestión de que debamos aprender a ver a todos los
que nos rodean.
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