¿Derecho u obligación? Alentada por
los estados democráticos la educación se define como un derecho irrenunciable
del individuo. No solo tiene como fin elevar el nivel cultural, cívico y
formación de todas las clases sociales, sino erradicar el analfabetismo, la
ignorancia y la superstición, oscuros reductos que permiten sobrevivir a la
marginación y la desigualdad.
Pura teoría basada en respetables
ideales que no casa con la realidad. Un derecho no puede sostenerse sobre una
obligación y en sentido inverso, una obligación no puede justificarse
respetando la capacidad de elección de los afectados. Actualmente tenemos un porcentaje
desolador de absentismo, abandono y fracaso escolar, además de unos indicadores
educativos que marcan niveles ínfimos. Es evidente que estas cifras reflejan la
respuesta de un amplio número de jóvenes que va obligado a la escuela y la
rechaza porque no ve en ella el punto de inicio de su proyección social.
Difícilmente se podrá corregir esta
tendencia desde el terreno de la enseñanza, mientras sirva a una sociedad que
hoy por hoy no estimula el esfuerzo ni el éxito intelectual. Y es que se han
invertido las formas. Es el individuo quien tiene que sentir la necesidad de
aprender y el Estado la institución obligada a satisfacerla.
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