lunes, 14 de abril de 2014

Huelgas


La clase trabajadora justifica las huelgas como medio reivindicativo para mejorar sus condiciones laborales o defender sus logros sociales. En un primer planteamiento, toda huelga debe estar dirigida hacia la autoridad o entidad que sea responsable del conflicto.

         Las huelgas fueron concebidas en el ámbito de una lucha de clases entre el proletariado y la patronal. Una fábrica que detenía su producción provocaba unos perjuicios para forzar la búsqueda de acuerdos entre trabajadores y empresarios. Sin embargo, lejos de la industria, otro tipo de huelgas, más impopulares, afectan a sectores de la población que se ven privados de un servicio muchas veces necesario. Sea el caso del personal sanitario, recogidas de basura o controladores aéreos. En todos ellos la gente reclama que cuanto antes en los hospitales atiendan a los pacientes, las calles estén limpias y en los aeropuertos fluya el tráfico aéreo con normalidad.

         Es evidente que solo la clase trabajadora puede ejercer su derecho a la huelga y que su repercusión depende del peso que tenga ese sector en conflicto dentro de una sociedad. Teniendo en cuenta estas premisas, una de las huelgas más temida puede ser la del transporte porque dejaría desabastecido un país en pocos días. Y en sentido opuesto ¿se notaría mucho que no acudiese a su puesto de trabajo el rey de España?

 

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