sábado, 5 de abril de 2014

Silicona


La silicona se ha tomado como referente para clasificar estéticamente la belleza de las personas, juego en el que principalmente las mujeres han caído. Se ha desplazado el despectivo rubia de bote por el de operada o siliconada. Y curiosamente, a partir de ahí se alinean dos tendencias enfrentadas: aquellas que se operan y callan ante las que critican a las que se operan, incluyendo en este segundo grupo las que cada una que haga lo que quiera, pero yo no me operaría por nada del mundo.

Detrás de todo subyace un principio cultural relacionado con la estética del individuo, independientemente a su sexo. La persona que es atractiva, en líneas generales, goza de mayor aceptación y tiene más probabilidades de éxito. Por tanto, si desde su mismo origen la humanidad se ha venido moviendo bajo estos parámetros, habrá que aceptar que la tecnología y la ciencia también aprovechen sus avances en este campo.

Parece, pues, comprensible y lógico que haya gente que corrija o compense de forma artificial caprichos de la naturaleza. Otra cuestión es invertir el sentido y permitir que un medio para mejorar la imagen se convierta en un objetivo y a la larga en una obsesión.

 
 
 

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