Cuando sea mayor yo quiero ser... a
menos años mayor abanico de posibles profesiones. También a menor edad más
fantasía. Por un lado se consulta la imaginación del niño y por el otro se
comprueba su capacidad de observación. Por eso se puede combinar la épica de
bomberos, astronautas o deportistas de élite con el prestigio de médicos,
arquitectos e ingenieros.
Llama la
atención esa insistencia con la que casi se obliga a identificar vida y
profesión. Como si uno naciese solo para desarrollar una única y exclusiva actividad
laboral en su paso por el mundo.
El
problema aparece cuando el adolescente, que ya no es el tan imaginativo
pequeño, toma conciencia de que aquello a lo que aspiraba empieza a ponerse
difícil de alcanzar y no tiene más remedio que ir desviando sus ilusiones hacia
otras actividades que no estaban en la primera línea de sus preferencias. Con
ello aumenta el riesgo de frustración y desánimo.
Y todo
llega por un error de principio. Es falso que a los pocos años una persona ya sepa
cómo se va a ganar la vida. Por lo tanto, hay que fomentar una mentalidad
dispuesta a experimentar distintas opciones, estar atento para aprovechar
diferentes oportunidades y siempre preparado para cambiar. Nunca hay que
jugarse la vida a una carta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario