miércoles, 12 de marzo de 2014

Batallas


Hay episodios históricos que con el paso del tiempo quedan a merced de la memoria colectiva. Y a decir verdad, mal refugio encuentran. Especialmente cuando se hace referencia a pasajes en los que con la distancia que dan los años cada vez quedan menos testigos que puedan desdecir una versión.

         Los abuelos en su ánimo de sellar en la memoria de sus nietos hechos de su pasado aprovechan la ocasión para amplificarlos y presentarlos como hazañas y gestas dignas de cualquier novela épica. Queridas batallas que en la tierna infancia se escuchaban con los ojos abiertos de admiración y con los años se han quedado en batallitas, por no decir fábulas.

Esos entrañables relatos pierden su encanto cuando se reviven antiguas heridas. Es el caso de la fratricida Guerra Civil española. Lo malo es que en las guerras matan los dos bandos contendientes, y no las ganan ni los buenos ni los malos, sino los que más matan. No lo olvidemos. La ley de la memoria histórica nos quiere dar una versión partidista de aquel terrible conflicto en el que tanto unos como otros pisotearon la dignidad humana.

Alentar la discordia no es la mejor manera de superar los errores del pasado.

 

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