Sorprenden
algunos con su interminable capacidad para generar problemas y verse envueltos en ellos indefectiblemente. No es que
cumplan con ninguna ley fatídica, es que las probabilidades estadísticas de que
se escapen de algún lío no existen.
Todos
tenemos problemas, cierto, si bien,
la persona con juicio, los encierra en un enunciado, planifica una estrategia
para afrontarlos y trabaja para obtener la solución más conveniente. Como
proponen todos los manuales de Matemáticas: los problemas se plantean, se desarrollan y se resuelven, y, además,
como cuando éramos pequeños, sin decimales. En cambio, esta gente conflictiva jamás ha visto un número entero en su vida. Todo son cifras con
infinitos decimales.
Allá
donde no hay problema, ellos lo
encuentran. No pueden evitarlo. Y si tratan de ocultarlo, entonces el problema crece, se duplica no, se
multiplica exponencialmente. Recursivamente intentan salvar un problema con otro problema y así hasta provocar la eclosión caótica de todos sus
insolubles problemas salpicando de problemas a todos los que le rodean.
Pero no importa, vuelven a empezar con otro problema. Incansables.
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