sábado, 22 de febrero de 2014

Pintura


Cuando la Pintura renunció a la magia en las cuevas del Paleolítico se prostituyó a la voluntad de sus mecenas. Entonces dejó de ser un arte independiente para ofrecerse por encargo. Por eso los pintores son vendedores de obras y su cotización realmente no depende de la calidad de sus trabajos, sino más bien del precio que alcanzan en un mercado manipulado por los merchantes.

No conozco pintor importante que haya trabajado exclusivamente por el arte. Siempre se han entregado supeditados a los distintos mecenazgos a lo largo de la historia. Miguel Ángel, el más grande de su época, estuvo al servicio de la omnipresente Iglesia. Nuestro genio Goya fue el pintor de la aristocracia y la realeza... y si llegamos al autodestructivo Van Gogh, su búsqueda de la muerte se precipitó porque no vendía un cuadro.

         Sin evitar polemizar, con todo este muestreo, llegamos a la conclusión de que la Pintura, más que un arte, es una técnica al servicio del dinero. Si en épocas pasadas satisfizo el gusto de las instituciones religiosas o la nobleza, hoy se ofrece impúdicamente a los más grandes coleccionistas privados. Burdo encubrimiento de un gusto decadente que se arropa en la singularidad de un cuadro para distinguirse del vulgo que ha de conformarse con la reproducción en serie del diseño o la artesanía.

 

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