Las becas: para quienes se las
merezcan. ¿Cuántos suspensos podemos permitir a un joven manteniéndole una beca
de estudios? ¿Cuántos cursos repitiendo se le puede tolerar?
Estas ayudas van dirigidas a
estudiantes procedentes de clases menos favorecidas económicamente. Se les
brinda la oportunidad de mejorar su estatus social accediendo a unas titulaciones
superiores que en otras circunstancias jamás hubiesen podido cursar. Y las
oportunidades se aprovechan o se pierden y, además, son contadas. No hay más
vuelta de hoja.
Si un buen estudiante debería
sentirse totalmente protegido por el estado, en justicia becar a un mal
estudiante tendría que ser reprobado. En España entre un 30 y un 50% de alumnos
abandonan sus carreras sin finalizarlas. Es obligatorio exigir
responsabilidades, tanto a quienes otorgan esas ayudas como a quienes las
reciben y desoír el enfrentamiento barriobajero de partidos que se pelean entre
los recortes de unos y el paternalismo universal de otros.
Los universitarios deberían iniciar
sus protestas desde una cierta autocrítica: reclamar una beca es muy sencillo;
demostrar un compromiso, algo que no se ha escuchado a ningún sindicato de
estudiantes, ya es otra cosa.
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