El juguete ocupa el centro de uno de los debates más inútiles entre
educadores e instructores. Los tradicionalistas ven con preocupación cómo se
van olvidando los juguetes
artesanales: los de hojalata que podían cortar o los de madera que se astillaban...
por no citar esos que reproducen las pautas de una sociedad sexista: pistolas y
soldaditos para los niños; muñecas y cocinitas para las niñas.
Los llamados educativos, teniendo en
cuenta que dirigen la voluntad del niño, solo entretienen a precoces
arquitectos, mecánicos, médicos... que de mayores, acaban frustrados por no
llegar a ser el profesional de sus juegos infantiles.
Tampoco podemos defender con
contundencia las propuestas actuales de la era digital. Detrás de los
videojuegos se están observando demasiadas alteraciones del comportamiento
entre los adolescentes como para ignorar su nociva influencia.
Entonces ¿existen algún juguete que sea independiente de la
tecnología, que estimule por igual la imaginación y el desarrollo de la psicomotricidad
del individuo, que socialice tanto a pequeños como a grandes y no copie las condiciones
del mundo de los adultos cuando se juega?... Yo digo que una pelota... posiblemente,
junto a la rueda, el invento más grande de la humanidad.
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