sábado, 11 de enero de 2014

Curiosidad


Si la energía actúa como el gran motor que expande el universo, la curiosidad genera en el ser humano el mayor incentivo de su propia existencia. La atracción por lo desconocido, la necesidad de explicación y la reflexión sobre la experiencia han marcado el desarrollo de las civilizaciones en la historia.

Para la curiosidad las barreras se levantan como retos, las penumbras incitan a abrir los ojos y el saber se minimiza cada vez más consciente de la magnitud de lo ignorado.

La curiosidad va unida a la juventud, a la capacidad de aprender, a las ganas de prosperar. Por eso, quien pierde la curiosidad, quien no tiene interés por las innovaciones, quien no está dispuesto a cambiar... no es que esté envejeciendo, es que está dejando de vivir.

Lo malo es que hay demasiados jóvenes que ya no quieren aprender nada. Son tristes prematuros ancianos que no tienen curiosidad.

 

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