Dentro de las ideologías de corte
socialistas, las de izquierdas destacaron por sus planteamientos progresistas,
reivindicativos y especialmente combativos. No olvidemos el contexto en que
germinaron: la explotación del proletariado en plena industrialización.
Corrientes igualitarias como el
feminismo o universales como el sindicalismo tomaron conciencia de clase y alzaron
sus puños reclamando unos derechos que la tradición y las leyes de entonces
habían negado.
Hoy, con la perspectiva de casi 200
años de pensamiento de izquierdas, tras la reconversión del eurocomunismo o la
caída del telón soviético, asusta y entristece profundamente ver que quienes abanderan
los símbolos de esta lucha centenaria se han amanerado hasta tal punto que
postulan un conservadurismo decimonónico, entorpecen la progresión de la
sociedad y, lo que es peor, muchos de ellos se han salpicado de la corrupción
política general.
Reclaman leyes paternalistas
tintadas de proteccionismo, se alinean con los reaccionarios nacionalismos y se
consumen en una ineficaz palabrería con la que diluyen sus superficiales
discursos. Ahora les estorba una clase trabajadora con conciencia propia y
universal.
No son dignos herederos.
2 comentarios:
José, me ha gustado mucho, algo triste, pero certero, muy certero
Ni Dios ni patria ni rey. Con eso lo comento todo. Me ha encantado.
Publicar un comentario