A lo largo de la vida
estamos constantemente cruzándonos unos con otros. Son intersecciones entre caminos encontrados que nos permiten establecer
las referencias de nuestro propio ser. Cuando se dan ciertas circunstancias y
existe voluntad, algunas de estas intersecciones
transforman el encuentro puntual en un hecho duradero y trascendente.
Planteado en este
sentido, parece ser que nuestras intersecciones
están marcadas por el destino. Así, muchas veces nos podemos cuestionar el
sentido de las relaciones vividas y por qué no, aquellas que pudimos vivir.
Y resulta ingrato saber
que el destino, dueño de todas las intersecciones,
nos veta compartir la vida con aquellas personas que se cruzaron en nuestro
camino solo por haberlo hecho lejos del momento adecuado.
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