Se ha podido calcular
el peso de la energía vital que se libera en el último instante exacto de la
agonía: 21 gramos. Los hay quienes con este dato piensan haber logrado
presentar una prueba física de la existencia del alma.
Desde antaño al cuerpo
se le reservaban los condicionantes físicos y los instintos, mientras que el alma, además de la eternidad, mostraba
la esencia del individuo en su memoria, entendimiento y voluntad.
Esta alma de 21 gramos no convence al
escéptico. Es un alma alejada de
la neurología que sigue una línea de localización de nuestras actitudes y
aptitudes en las diferentes áreas de nuestra masa encefálica.
Con todo, nos
reconforta seguir creyendo en ella.
Porque sabemos que se puede ver el alma
de las personas simplemente mirándole a sus ojos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario