domingo, 23 de diciembre de 2012

Políticamente incorrecto




Desde hace un tiempo algunas personas con acceso a los medios de comunicación empiezan a desperezar su mente. Se animan poco a poco a lanzar comentarios políticamente incorrectos.

Fijar aquello que es correcto o incorrecto en política equivale a poner un bozal intelectual a cualquiera que pretenda manifestarse públicamente. Porque, sin ir más lejos, lo políticamente correcto no es más que una línea persuasiva que coarta la libertad de opinión. Y la sanción es contundente: descrédito y marginación. Y si se pretende un cargo público se asumirá una gran pérdida de votos.

Lo políticamente correcto podría funcionar como una especie de protocolo o normas de etiqueta para garantizar el respeto de todos en las declaraciones. El problema es que esa corrección fluctúa y cuando pierde las proporciones se hace ridícula. Y lo peor es que atenaza las ideas y muestra el miedo.

La opinión comprometida, arriesgándose a ser malinterpretada, siempre ha de ser políticamente incorrecta. No hay nada intocable: mujeres, homosexuales, discapacitados, inmigrantes, razas, hablantes de lenguas minoritarias…, sobretodo porque son personas las que forman estos colectivos y, si la lucha contra las desigualdades es de justicia, también tratar por igual a todos lo es.


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