La iridología, la quiropráctica, la fitoterapia o la
homeopatía, siendo consideradas como una alternativa a la medicina
convencional, todavía no han podido probar estadísticamente su eficacia. Con atribuidos
milenios de antigüedad, llevan décadas en la sociedad moderna pero sus
resultados no logran despegarse de los índices de los tratamientos placebos. La
fe y voluntad de sus pacientes sostienen un negocio solo justificado porque
ofrece consuelo al desesperado.
Con nada que perder, estas medicinas
extrapolan los males y las enfermedades al entorno de las personas, generando
círculos de todo tipo: ambientales, emocionales, habituacionales... desde donde
se focaliza el origen de todos los males. Por eso el primer paso de un
tratamiento alternativo consiste mediante una adecuada palabrería en ganarse la
confianza de un paciente por lo general desencantado, si no desahuciado por los
otros médicos.
Hoy nuestros iridólogos,
quiroprácticos, fitoterapeutas y homeópatas trabajan con modernas puestas en escena,
sofisticados montajes con la tranquilidad que da saber que sus pacientes no
tienen cura. Solo un título expedido en oscuros cursillos de dudoso reconocimiento los diferencia de los
curanderos, sanadores y santeros. El resto lo aporta el paciente: enfermedad,
confianza y mucho dinero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario