jueves, 23 de julio de 2015

Puntualidad



La puntualidad no se entiende de la misma manera según quien la interprete. Y no se trata de una cuestión cultural ni una forma de abordar la vida. Mucho más sencillo: hablamos de respeto.

Con el tiempo sucede como con el dinero. Para los británicos es oro. Buena apreciación, porque los minutos se escurren irrepetibles y malgastarlos, o mejor dicho, malperderlos debería provocar un profundo remordimiento. De manera irreversible jamás se podrán recuperar.

Aquellos que suelen llegar tarde a sus citas demuestran una gran falta de consideración. Se mire como se mire, se toman el tiempo de los demás a su antojo. Como si todo el mundo estuviese a su plena disposición y no tuviese nada más importante que hacer. Esperarles en su retraso significa castigar a los que son puntuales. Frente a estos maleducados solo se puede responder con el rigor de la puntualidad. Si no aparecen a la hora acordada no queda otra opción que marcharse. Así deberán tomar conciencia de que el tiempo no es un bien que les pertenezca.

No en vano la puntualidad es una cualidad que dice mucho de las personas.

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