jueves, 2 de julio de 2015

Obsolescencia


El espíritu del consumismo salvaje alcanza su máximo grado de perversión con la obsolescencia programada. Saber que un producto ya de fábrica lleva en sus entrañas los días contados permite retener el control sobre la oferta y la demanda a los fabricantes.

No solo nos hemos acostumbrado a ver cómo las máquinas caducan. No debería ser así, pero demasiadas veces el amor también nace con fecha de caducidad. Hoy las parejas se encuentran y desencuentran con una velocidad vertiginosa, generando una rueda de idilios y amoríos que acaba engullendo cualquier tipo de sentimientos. Y fracasan porque los enamorados buscan en la pareja la felicidad, como si fuese un objeto más de consumo.

Cierto es que las experiencias curten al individuo. Lo malo es que el dolor también genera desconfianza. Y si cada relación que se termina deja un rastro de amargura y un olor a frustración, se provoca un desgaste anímico que predispone al recelo cada vez que las circunstancias parecen apuntar a dar una nueva oportunidad al amor.


No hay comentarios: