viernes, 17 de julio de 2015

Fragmentos



Al recorrer cualquier museo de Historia, cuando vemos las reconstrucciones de objetos de arte, mosaicos y demás obras a base de recomponer minúsculos pedazos con gran precisión y paciencia no deja de sorprendernos. Estos especialistas son capaces de recuperar la grandeza del pasado a través de desordenados fragmentos que aparecieron en medio de un yacimiento arqueológico.

Ojalá pudiésemos dominar esa habilidad para rehacer la personalidad de quien se cruza por nuestra vida. Porque si la vida de cada uno es como un gran libro, cada vez que nos presentan a un nuevo personaje solo alcanzamos a leer un escueto fragmento. Y cuanto más intenso es el encuentro más breve, más pequeño percibimos ese fragmento. Por eso, por mucho que convivamos con esa persona al final solo aspiraremos a reinterpretar las pocas secuencias que hemos compartido para tratar de encontrarle un sentido.

Sospecho que la mayoría de las veces nuestra imaginación traslada el fragmento hacia el lugar donde más nos gustaría que encajara. Y sospecho también que es la realidad la que nos hace entender que fue un error forzarlo.


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